Nos encontramos ante un gran desafío ante las dinámicas de las relaciones y vínculos sociales, a nivel personal y más allá del personal. Ya nada en la conexión con los demás es como antes, un sin fin de factores determinan el modo en que nos vinculamos hoy en día.
Una de las problemáticas que está teniendo el mundo son justamente aquellas en donde la forma de vincularnos generan determinadas situaciones, acciones, hechos y decisiones a diferentes niveles.
Hemos cambiado la forma en que nos conectamos con nosotros mismos y con los demás, la paz vincular, la más difícil de construir.
Entonces podemos preguntarnos que podemos hacer diferente para crear ésta paz.
Freud decía que una de las fuentes de mayor sufrimiento son las relaciones sociales y los vínculos.
¿Que podemos hacer para cambiar estas dinámicas y tener vínculos sanos y gratificantes?
Uno de esos cambios es modificar el modo en que nos vinculamos, profundizando en La Intención Vincular, la verdad interior y de desde ahí construir vínculos auténticos y duraderos, no muchos, sino buenos.
En el Arte de la Conexión lo importante es la intención con la que nos vinculamos.
El modo en que nos dirigimos hacia los demás es lo que determina si los vínculos que construimos son magia o un verdadero infierno.
Por lo general los vínculos que se construyen hoy en día son mas infiernos que magias.
A veces no importa cuanto tiempo ha habido de conexión en vínculos de pareja, amistad, laborales o con conocidos, parece que todo queda reducido una existencia vincular efímera, utilitaria y descartable.
Cada día, menos personas se conectan desde una intención sana con los demás, cada día ni siquiera son conscientes el porqué conectan con los demás, porque la mayoría de las veces desconocen que buscan y que desean.
El arte de conectar reside en la conexión que construimos con nosotros mismos y como la proyectamos en los demás, el modo en que nos queremos, nos apreciamos, como nos tratamos. Estamos determinados en gran medida por la vinculaciones primarias que tuvimos con nuestros padres y familia tuvieron las que ellos tuvieron con nosotros, si nos quisieron, si nos valoran, si nos aceptan, o todo lo contrario.
Si nos sentimos queridos, valorados o excluidos, depreciados o desvalorizados, eso construirá parte de nuestro ser. A veces nos encontraremos siendo siempre víctimas cuando nos dañan o a veces seremos victimarios cuando el daño vivido durante la infancia no ha sido consciente y resignificado, ni cambiado.
En definitiva nos vinculamos con los demás desde ese lugar que ocupamos en la infancia para nuestros padres y que moldeó nuestro ser.
Los niños caprichosos y egoístas serán caprichosos y egoístas en sus vínculos, los niños bien tratados, educados con amor, valoración y ternura serán así en sus vínculos, pero no todos se vinculan en reciprocidad. Los que se vinculan desde el amor no siempre se vinculan con los que fueron tratados con amor, a veces todo lo contrario, hay muchos factores que pueden influir en eso.
Hoy en dia hay muchos infiernos vinculares fuera y dentro de las redes sociales.
Parece ser que lo importante es estar conectados con unos y con otros todo el tiempo sin saber porque ni para que.
Múltiples vínculos se entablan continuamente, se eligen y se descartan todo el tiempo, aparecen y desaparecen.
Las amistades y las parejas son instantáneamente remplazables y descartables, casi nada perdurables, donde la desconfianza, los intereses ocultos, las cosas no dichas, es lo que más están presentes, han sustituido a las verdaderas y auténticas conexiones transparentes y auténticas.
Mirarse sincera y profundamente está fuera de moda y ha sido sustituido por las miradas evasivas y confusas.
Escucharse…casi nadie escucha.
La desconfianza, la utilidad y las traiciones han sustituido la confianza, la colaboración, la solidaridad, el respeto por el otro.
Hoy todo se dice y nada se dice, todo se cuenta, no hay reservas, no hay respeto, no hay reciprocidad ni códigos.
Todo sirve a la hora de exponer a los demás, lo intimo dejó de se privado y se volvió público, todos saben y casi todo se sabe.
En las parejas la “infidelidad” está naturalizada y es esperable que eso suceda, los hombres están en vínculos de pareja y están conversando por las redes con las futuras remplazantes de la actual, la actual lo sabe, tampoco eso importa, ella también ya tiene remplazante para él.
Eso no se controla, no importa, es aceptado, nadie quiere otra cosa, parece está todo bien así, entonces todos se preguntan porqué tanta violencia social.
Estar en pareja es un problema para la mujer y el hombre.
La mujer supuestamente es “la emocional” la que desea conexión verdadera y amor, luego cuando el hombre no cumple las expectativas porque siempre esta buscando otras, surge que ese amor de la mujer, en la mayoría de los casos se vuelve interés, el objetivo son los bienes materiales.
El hombre es el que nunca quiere compromiso, es el que estipula los tiempos, es el que determina que quiere y como quiere, y la mujer acepta, básicamente en la mayoría de los casos no le importa si su mujer le será “infiel”, el sabe que él lo será de igual modo.
Así todos desencontrados con todos, todos con todos, y nadie con nadie.
Entonces.
¿Cual es la llave para conectar de verdad con los demás, con nuestro entorno y tener una vida más sana y más feliz?
No hay recetas, pero si indicios, caminos.
Primero conocerse a sí mismos, llegar a la verdad interior, darse tiempo, saber que se quiere y cómo se quiere. Qué estamos dispuestos a conceder y no conceder con los demás, hasta donde los dejamos ir, que permitimos y que no. Hasta donde estamos dispuestos ir nosotros mismos.
Que valores estamos dispuestos a dar y merecemos que nos, no podemos esperar que los demás nos ofrezcan lo que nosotros no ofrecemos.
El arte de la conexión basado en la verdad, en el amor, el cariño, el respeto, la solidaridad, la paz es la llave para construir buenas relaciones y generar un mundo de paz.
Paola Fernández | Psicóloga Clínica | Fundadora redes de apoyo |
22 Diciembre 2022 , Fuente : Aquí
