Adiós a un emblema de la pantalla uruguaya: falleció Arturo de la Cruz Feliciani, conocido como “Cacho de la Cruz”, a los 88 años

- Estudio Once Radio

Adiós a un emblema de la pantalla uruguaya: falleció Arturo de la Cruz Feliciani, conocido como “Cacho de la Cruz”, a los 88 años
Adiós a un emblema de la pantalla uruguaya: falleció Arturo de la Cruz Feliciani, conocido como “Cacho de la Cruz”, a los 88 años

Este viernes 7 de noviembre de 2025, Uruguay despide a una de sus figuras televisivas más queridas. Arturo de la Cruz —mejor conocido como Cacho de la Cruz— falleció tras una larga carrera que acompañó con risas, música y ternura a generaciones enteras. Su legado permanece vivo en la memoria colectiva, en cada “bochinche”, en cada aplauso, en el eco amable de su voz en la pantalla.

El sol del mediodía uruguayo se tornó gris en la tarde del viernes. Con profundo pesar se confirmó que Cacho de la Cruz, ese nombre que estuvo inscrito en la vida de tantos televidentes, dejó de estar entre nosotros a los 88 años.

Internado en una unidad de terapia intensiva desde el 30 de octubre por complicaciones respiratorias (a raíz de una infección respiratoria sobre una base de EPOC) , su cuerpo descansó y su voz dejó de llenar los estúdios, pero su presencia ya había quedado tatuada en la televisión uruguaya.


Los orígenes y la llegada a Uruguay

Nacido el 8 de mayo de 1937 en Buenos Aires, Arturo de la Cruz Feliciani vivió el tránsito de la música al espectáculo.

 Invitado a Uruguay en 1959 por la Intendencia de Montevideo como parte de los festejos de Carnaval, quedó detenido más tiempo del previsto debido a las lluvias y la suspensión de los buques que lo habrían regresado a Argentina. En ese paréntesis se enamoró del país, decidió quedarse, y allí germinó su semilla artística.  

Antes de convertirse en figura de la televisión, se formó como músico: tocaba el trombón y participó de la orquesta The Hot Blowers junto a destacados músicos uruguayos. 

De la música al humor y la pantalla

Su incursión en la televisión comenzó con un programa de mímica llamado Las aventuras de Mister Fantasía en el canal entonces emergente. En 1962, cuando Canal 12 (Telemundo) inició sus emisiones, Cacho de la Cruz se presentó para formar parte del equipo y dio comienzo a una trayectoria ininterrumpida en la pantalla uruguaya.

Con la complicidad de compañeros como Alejandro Trotta, lanzó el hoy mítico programa El Show del Mediodía, en el que combinaba humor, música, improvisación y un elenco diverso, compuesto en muchas etapas por artistas del carnaval.

Más tarde, en 1973, creó para el público infantil el célebre Cacho Bochinche, un ciclo que funcionó décadas y que quedó en la memoria colectiva de padres, hijos y nietos.


El impacto generacional

Imaginar a un niño uruguayo entregando su chupete es casi una postal nacional. Programas dominicales, personajes que saltaban de la televisión al patio de la casa, risas que atravesaban generaciones: ese fue el legado de un hombre que sabía hablarle a la infancia sin subestimarla. En entrevistas, el propio Cacho decía que su idea siempre fue: “el tío o el padrino que llegaba a casa, tiraba papelitos, organizaba juegos”. Más que un conductor, era un arquitecto de alegrías, un tejedor de momentos en los que la televisión no solo informaba, sino también consolaba y acompañaba.


Reconocimientos y legado

En 2024, la Intendencia de Montevideo lo declaró Ciudadano Ilustre, en un acto emotivo en el que el público se puso de pie para aplaudirlo. El canal que lo vio crecer, Canal 12, bautizó uno de sus estudios con su nombre, y al conocerse su deceso dedicó un homenaje audiovisual que repasó sus personajes, programas y décadas de trayectoria.

Por su vida plena en escena, también recibió expresiones de pesar desde la masonería —de la que formaba parte— que lo despidió como un hermano que “emprendió su viaje al Oriente Eterno”.


Vida personal

Cacho de la Cruz se casó en 1962 con Hada Helena Reffino (Titina), con quien tuvo tres hijos: Daniella, Rodrigo y Maximiliano —este último continuó su legado en la televisión uruguaya. Posteriormente tuvo una relación con Laura Martínez, con quien compartió parte de su vida artística. Su vasta trayectoria no le impidió mantener una mirada de humildad y cercanía frente al público.


Su despedida y la emoción colectiva

Las redes sociales se llenaron de mensajes, imágenes y recuerdos. La vicepresidenta Carolina Cosse lo destacó como “el que marcó con humor y talento una época inolvidable de nuestra televisión”.

Canal  12 publicó un comunicado: “Con profundo dolor comunicamos el fallecimiento de Cacho de la Cruz… la tele envía sus condolencias a su familia, amigos, compañeros y seguidores”. Desde los clubes de fútbol hasta los programas de noticias se colmaban de abrazos virtuales: el país entero parecía detenerse para decir gracias.


Qué nos queda

Cuando sentimos que la televisión ha perdido uno de sus grandes, puede que la emoción venga por la conciencia de que ciertos momentos ya no volverán. Pero lo que hizo Cacho —y lo que hizo bien— es construir recuerdos. Ese “bochinche” infantil que compartían padres e hijos, ese “show del mediodía” que unificaba la sobremesa, ese humor ligero que no era liviano: todo eso se queda grabado. En los pasillos de quienes trabajaron con él, en los textos de quienes lo estudiaron, en los programas que lo homenajearán.

Hoy, al decir adiós a Cacho de la Cruz, decimos adiós a un fragmento de nuestra infancia colectiva decimos gracias por las risas, por la música, por los personajes, por la pantalla que se iluminaba un poco más cuando él aparecía. Y aunque su silla ya esté vacía, su silbato imaginario seguirá resonando en nosotros.

En la memoria del Uruguay queda su figura —larguísima trayectoria, múltiples formatos, generaciones que crecieron viéndolo—.

Y en aquel que alguna vez esperó que “saliera Chichita” o que se detuviera el cronómetro del juego, o que no les tocara "El chancho". Allí estará el eco de su voz, recordándonos que la televisión puede ser más que entretenimiento: puede ser un hogar.

Que descanse en paz, Arturo de la Cruz Feliciani. Gracias por construir buenas historias y recuerdos, tu legado permanece.

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