Mario Pergolini: historia, retorno y lectura crítica de un regreso mediático

- Estudio Once Radio

Mario Pergolini: historia, retorno y lectura crítica de un regreso mediático
Mario Pergolini: historia, retorno y lectura crítica de un regreso mediático

Mario Pergolini es una figura imprescindible para entender la evolución de la televisión y la radio en Argentina en las últimas tres décadas: presentador, productor, empresario y, sobre todo, un símbolo de la época en que la TV abierta podía crear mitos con un solo programa.

Como están ? 

Hace días teníamos la intención de hacer este articulo, en esos escasos tiempos libres que quedan y en este moderno formato de -"ver lo de ayer o lo que paso en semana a demanda" , me sorprendo ( gratamente) por volver a sonreír por la inteligencia humana de alguien que acompaño nuestra adolescencia, con 63 años Mario Pergolini a vuelto y vamos a detenernos un poco en analizar esa postura desafiante , la mirada autocritica reflexiva pero no por eso arrepentida de un gran profesional (digan lo que digan).

Su nombre suele asociarse, inmediatamente, con Caiga Quien Caiga (CQC) —formato que lo colocó en la primera línea de la cultura pop y política mediática— y con emprendimientos periodísticos y musicales posteriores (radio Rock & Pop, Vorterix). Esa trayectoria cimentó su reputación como “el chico malo” de la pantalla que, sin embargo, supo transformar esa rebeldía en capital simbólico. 

En julio de 2025, tras más de quince años sin conducir un ciclo diario en la TV abierta, Pergolini volvió a la pantalla con Otro día perdido en El Trece. La vuelta no fue discreta: se anunció con producción de alto despliegue, co-conducción de Agustín Aristarán (Radagast) y la incorporación de otros colaboradores y elementos tecnológicos (banda en vivo, tribuna de público, secciones con asistentes virtuales e intervenciones de IA). El canal y la productora lo presentaron como un “big show” con entrevistas, monólogos y un tono que mezcla humor, crítica y espectáculo. 

1) ¿Cómo midió su regreso? Los números y el contexto competitivo

Los resultados de audiencia del estreno y las primeras emisiones ofrecen una lectura mixta. Diferentes medios reportaron cifras ligeramente distintas según mediciones de franja y picos, pero la idea general es la misma: el debut promedió en torno a 5–6 puntos de rating, con picos en ciertas entrevistas sin embargo, quedó por detrás de grandes éxitos del prime time como Pasapalabra o La Voz Argentina, que promediaron cifras superiores en esos días. Informes de La Nación y de Infobae consignaron promedios de estreno en el entorno de 5.7–5.9 puntos, mientras que algunos días posteriores mostraron descensos (picos y valles según invitados y competencia). Estas cifras, relativamente modestas frente a los líderes del día, colocan al ciclo en una posición de segunda línea en audiencias masivas. 

Medios como Clarín y otros portales especializados han documentado la dinámica: alternancia entre programas con convocatorias masivas de entretenimiento y estrenos con fuerte inversión editorial. Hay semanas en que Otro día perdido tuvo números similares a ciclos habituales del canal y otras en que la diferencia con los líderes fue contundente. El dato es relevante: la expectativa simbólica de un regreso puede ser alta, pero la competencia del ecosistema televisivo —y la fragmentación de audiencias— obliga a una lectura prudente. 

2) Formato, puesta en escena y dirección editorial del programa

El clásico sello pergoliniano —irreverencia, crítica y humor ácido— permanece pero adaptado a un formato de gran pantallas y producción: monólogos con intención crítica, entrevistas largas y a cara descubierta, secciones con humor y colaboradores que aportan dinamismo. La inclusión de recursos modernos (interactividad, banda en vivo, asistentes virtuales) muestra una apuesta por combinar su sello editorial con herramientas contemporáneas de espectáculo televisivo. El canal promocionó una puesta “de alto impacto visual”, con tribuna de público y elementos escénicos propios de los grandes shows nocturnos. 

A nivel editorial, su estrategia es claramente híbrida: conservar la voz crítica y cierta actitud sin pulir totalmente la agresividad que lo caracterizó, moderándola cuando el formato y el prime time lo exigen. Eso se aprecia en cómo se eligen invitados —mezcla de figuras consagradas (actores, conductores, referentes del espectáculo) y nombres de escucha joven/viral (músicos, creadoras)— y en la alternancia entre entrevistas serias y momentos de entretenimiento. Los clips de cada programa en plataformas del canal refuerzan esta dinámica: momentos largos y conversacionales, interludios musicales, y contenidos “cortables” para redes. 

3) Invitados y curaduría: ¿qué tipo de conversación busca generar Pergolini?

Los primeros episodios muestran una curaduría mixta: figuras de peso del espectáculo (Francella), periodistas y personajes de alto perfil, pero también artistas y figuras “virales” (músicos referentes del presente). La elección responde a dos objetivos claros:

  1. Legitimidad y anclaje: la presencia de figuras consagradas reafirma su vínculo con la historia de la TV y atrae a públicos que valoran la tradición.

  2. Relevancia generacional: la incorporación de nombres pertenecientes al presente cultural intenta captar audiencias más jóvenes y obtener conversación en redes.

Esta doble vía es lógica para un presentador que, como Pergolini, simboliza una autoridad generacional y, a la vez, busca renovar parte de su público. El desafío es equilibrar ambas demandas sin diluir la personalidad del programa. 

4) Reacción de redes: elogios, críticas y la dinámica de la conversación online

La vuelta de Pergolini fue intensa en redes sociales: hubo elogios nostálgicos, pedidos de que recupere la “autenticidad” de CQC, críticas por supuesta pérdida de agresividad y comparaciones con su pasado. En paralelo, muchas reacciones se centraron en invitados puntuales (entrevistas polémicas o evaluadas por su tono), lo que generó picos de conversación aunque no siempre traducción lineal en audiencia televisiva.

Es importante entender que hoy la conversación se mide en dos vectores: audiencia en TV y conversación digital. Un programa puede tener bajo rating lineal y, sin embargo, gran repercusión en plataformas digitales —o al revés. Las redes incrementan la volatilidad de la reputación pública: un error, una frase o un cruce viral puede aumentar difusión instantánea, pero también fragmentar la recepción. Informes de medios especializados mostraron tanto defensores como críticos de la nueva etapa, y un constante debate sobre si “la televisión está muerta” como concepto. 

5) Comparación histórica: CQC y la televisión de la “edad de oro” vs. la televisión contemporáneaa) Contexto histórico

CQC (finales de los 90 / década del 2000) ocupó un lugar de ruptura: periodismo de sátira y denuncia con códigos agresivos que funcionaban en una era de audiencias menos fragmentadas y de fuerte poder de agenda de la TV abierta. Pergolini, entonces, se situó como agente de transgresión con alto retorno: visibilidad masiva y capacidad de marcar agenda política y cultural. 

b) El escenario actual

Hoy la escena es otra: audiencias fragmentadas entre streaming, plataformas sociales, podcast y televisión lineal. Los hábitos de consumo se han diversificado: el consumo de televisión tradicional se ha reducido entre públicos jóvenes y se concentra en grupos demográficos concretos para formatos concretos (reality shows, concursos, programas de gran producción). En este marco, la autoridad y la masividad de antaño son más difíciles de recuperar desde un solo formato o franja horaria.

c) ¿Qué significa esto para Pergolini?

Su llegada encaja en una estrategia tentativa: traer al público la figura que representa la televisión “que importaba” y adaptarla a un formato de entretenimiento actual. Pero la comparación con su pasado exhibe tensiones: la misma irreverencia que en 2003 funcionaba como motor de agenda, ahora puede percibirse como anacronismo o fragmentarse en señalizaciones en redes. En otras palabras, su capital simbólico es valioso, pero no automáticamente convertible en audiencias masivas sin estrategias multiplataforma. 

6) Análisis psicológico y sociológico: ¿por qué Pergolini sigue importando —y por qué también polariza?

Desde la psicología mediática hablamos de relaciones parasociales: figuras mediáticas crean vínculos unilaterales con audiencias (sensación de “conocer” al conductor). Pergolini, por su historia, ostenta un vínculo profundo con una generación que lo vivió en su apogeo ese público recupera en su figura una memoria afectiva. Simultáneamente, las nuevas generaciones lo interpretan con otras claves: autenticidad vs. show relevancia vs. nostalgia.

Además, su estilo confrontativo explota una dinámica psicológica conocida: la polarización —la audiencia que ama la franqueza y la que la percibe como agresión—. En la era de redes, esa polarización se amplifica: cada momento tuitero puede convertir una anécdota en trending topic, para bien o para mal. Eso explica por qué su regreso genera conversación intensa aunque la televisión lineal le dé números moderados.

7) ¿Qué está fallando —y qué está funcionando— en su estrategia?

Lo que funciona

Lo que requiere ajuste

8) Conclusión: una lectura equilibrada y estratégica

Mario Pergolini vuelve en un contexto radicalmente distinto al que lo consagró. Su figura mantiene poder simbólico, su programa tiene elementos de calidad (puesta en escena, recursos, invitados) y consigue conversación, pero los números de la TV abierta muestran que la conquista masiva no es automática. La televisión sigue teniendo capacidad de convocatoria, pero la construcción de audiencia hoy exige una estrategia multiplataforma y métricas integradas: el rating lineal ya no es el único ni el más completo indicador de éxito.

La lectura es prudente pero optimista: Pergolini dispone de herramientas para consolidarse si (1) articula mejor el diálogo entre TV y digital, (2) capitaliza su marca sin repetir fórmulas del pasado y (3) segmenta su oferta para hablar a públicos distintos con formatos adecuados. Si lo logra, podrá exhibir no sólo nostalgia, sino también relevancia activa en el ecosistema contemporáneo.

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