En una época donde todo pasa rápido —las noticias, los mensajes, los vínculos—, detenernos a cuidar nuestras relaciones humanas puede ser un golpe a la mesa. Hablar, escuchar, acompañar y dejar fluir son gestos que construyen comunidad. A veces, el mejor homenaje a quienes amamos es aprender a vivir con más presencia y menos prisa.